La verdad es que es un privilegio poder disfrutar de un país tan remoto e intacto como Bután en nuestros días.
Aterrizar en el aeropuerto de Paro es solo el principio de la aventura. Divisar la pista y descender rodeado de montañas hace que el viaje sea épico desde el primer momento. Menos de una decena de pilotos en el mundo están cualificados para aterrizar en este pequeño aeropuerto.
Realizar el peregrinaje por los diferentes valles para ir descubriendo gradualmente el reino de los Himalayas, es una experiencia al alcance de unos pocos elegidos.
Cada valle es diferente; desde el más habitado, el de Thimphu, hasta el lejano Bumthang, pasando por Punakha, con su imponente Dzong, y el remoto y sobrecogedor Gangtey, sin olvidarnos de Paro, puerta de entrada y salida al reino de Bután y hogar del icónico Nido del Tigre.
Descubrir y explorar el país de la mano de AMAN es, sin duda, un valor añadido. Disfrutar de un almuerzo local en una remota granja, visitar templos inaccesibles, recrearnos en las gloriosas vistas mientras disfrutamos de un tradicional baño con piedras calientes o tomar parte en una competición de tiro con arco - deporte nacional de Bután -, son solo algunas de las experiencias que pudimos vivir.
La ascensión al Taktsang, el Nido del Tigre, es el broche de oro a unos días inolvidables. Madrugar merece la pena, ya que disfrutar del camino en solitario hace que la llegada hasta los pies de este pequeño monasterio encastrado en las montañas sea un momento imborrable.
Una vez en su interior, y desprovistos de nuestros teléfonos y cámaras, pudimos presenciar ritos y ceremonias realmente mágicos, que no olvidaremos.