Japón es la contraposición ideal entre pasado y futuro, tradiciones y modernidad. Una cultura milenaria que convive con la tecnología de vanguardia a la perfección.
De hecho, Japón era uno de mis destinos pendientes desde hacía muchos años, y debo admitir que me ha sorprendido en todos los sentidos.
Aunque pude disfrutar del país sólo durante una semana, fueron días realmente muy intensos, y los aproveché al máximo.
Hay un sinfín de detalles y situaciones que me sorprendieron durante mi viaje. Pero lo más significativo y lo que me ha dejado un gran recuerdo es la gente. Los japoneses construyen su vida y su día a día alrededor de un pensamiento central: el respeto hacia los demás. Destacan la limpieza, la pulcritud, y por supuesto, el orden.
En Tokyo, por ejemplo, todo se rige a través de un “caos” organizado. En esta gran urbe hay millones y millones de personas que se mueven cada día por sus calles, trenes, buses, etc., pero aunque parezca contradictorio, se respira mucha paz y tranquilidad.
En Japón, incluso lo imprevisto está previsto, y todo está pensado porque está perfectamente organizado.
Contrariamente a lo que pensaba, es un destino ideal para redescubrirte a ti mismo. De hecho, es muy fácil moverse por todo el país, por eso es un lugar perfecto para disfrutar de un poco de tiempo a solas.
Además, como amante de la gastronomía, el diseño y la cultura, he disfrutado de lo mejor de estas disciplinas en el país Nipón.
Mi primera parada en la capital fue en el hotel Aman Tokyo, sin duda un destino en sí mismo. Al llegar allí sentí que empezaba el viaje por el plato fuerte. Adentrarse en Aman Tokyo es sumergirse en un oasis, un lugar ideal para mimetizarse con el entorno, y aprender a observar.
En Aman Tokyo me encontré con mi amigo Gonzalo, con quien tuve la suerte de recorrer los lugares más alternativos de esta gran ciudad. De hecho, algo se está cociendo en Tokyo… ¡Os mantendremos informados!
Durante mi estancia pude vivir experiencias de lo más interesantes y divertidas, ¡incluso tuve la oportunidad de hacerme una foto con la Familia Imperial!
Además, en Tokyo hay un hotel para todos los gustos. Durante mi visita pude alojarme también en el Mandarin Oriental y en el Palace Hotel.
El Mandarin Oriental es ideal para alojarse en familia. Las habitaciones son amplias, se encuentra en una interesante zona comercial, y además ofrecen un gran servicio y un amplio abanico gastronómico.
El Palace es un hotel ideal para los negocios, para relajarse en su spa Evian y para hacer ejercicio en su completo gimnasio, que cuenta con luz exterior.
Desde Tokyo viajé hacia el noroeste, a Kanazawa, a bordo del mítico tren bala. El servicio de acompañamiento fue impecable, así como la experiencia a bordo del tren. De hecho, el Shinkansen es un excelente método de transporte: una manera fácil, segura y cómoda para moverse por todo el país.
Al llegar a Kanazawa nos dirigimos directamente al mercado, donde descubrimos el tapeo a la japonesa en pequeños y pintorescos puestos de comida; sin duda un lugar fuera del circuito habitual.
En los jardines de la ciudad pude apreciar el meticuloso cuidado que dedican a estas obras de arte naturales. Es un lugar ideal para disfrutar de un té servido de manera tradicional.
Pasé la noche en Yamashiro, en un ryokan, un alojamiento tradicional donde la simplicidad, el servicio y la gastronomía son los pilares más importantes de la estancia. Allí pude relajarme de verdad e incluso disfrutar de un baño en mi terraza privada.
En Yamashiro también viví mi primera ceremonia del té, un ritual fascinante que me sorprendió muchísimo y sobrepasó todas mis expectativas.
De vuelta a Kanazawa me adentré en el Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad, un lugar realmente original.
Además, mi visita a Kanazawa coincidió con mi cumpleaños, ¡y tuve la suerte de celebrarlo hasta tres veces!
Mi última parada en Japón fue en Kyoto, una ciudad llena de encanto, y tal vez mi lugar favorito.
Durante mi estancia en la antigua capital me alojé en el Ritz-Carlton, un alojamiento elegante y lleno de estilo, con unas vistas fantásticas y una excelente ubicación.
Kyoto es un lugar ideal para perderse entre templos y toriis, y por supuesto es el lugar idóneo para cruzarse con alguna geiko, paseando por el barrio de Gion. Es peligroso convertir algo tan auténtico en una atracción turística, por este motivo las observamos siempre desde un total respeto.
Me despedí de Kyoto disfrutando de su gastronomía, con una comida en un excelente restaurante vegano y una elegante cena en el restaurante del chef Nobu.
En Japón aprendí una lección de vida sobre la importancia de hacer bien las cosas. Es algo que encaja a la perfección con nuestra filosofía, nuestra obsesión por la excelencia y nuestro objetivo de hacer las cosas siempre de la mejor manera posible.
Este ha sido mi primer viaje a Japón, ¡y sin duda dará pie a muchos más!