África te atrapa y Botsuana, te enamora.
La belleza de su geografía tiene mucho que ver con el desierto del Kalahari, pero sobre todo, con el majestuoso Delta del Okavango, al norte del país. Aquí, el río Okavango, uno de los mayores de África, fluye hacia el sur con las aguas de las lluvias de Angola y provoca uno de los mayores espectáculos del mundo, inundando estas tierras en lugar de continuar hacia el mar, creando una auténtica maravilla natural, el Delta del Okavango.
Se convierte entonces en el lugar ideal para una inmensa variedad de fauna y permite recorrerlo sobre el agua, a bordo de embarcaciones típicas, los "mokoro", o en lanchas motoras, algo muy singular en África. Aunque el agua no abunde, como fue el caso durante mi viaje, la experiencia es absolutamente espectacular.
Botsuana es la tierra de los Tswana, descendientes de la tribu de los bosquimanos, cazadores y recolectores nómadas, y este pasado está muy presente en su cultura y en su conocimiento de la naturaleza, así como en las milenarias pinturas rupestres que se conservan en sus paredes rocosas. Los Tswana son un pueblo muy amable, que respeta y venera su tierra, algo que les ha llevado a proteger su territorio y convertir gran parte de él en parques protegidos y de conservación.
Botsuana es un país que ha sabido transformarse de forma extraordinaria, convirtiéndose desde 2006 en uno de los más estables del mundo y ofreciendo al viajero un increíble espectáculo de vida salvaje y algunos de los alojamientos más íntimos y exclusivos de África.
Situado en el sur de África, entre Namibia, Zambia, Zimbabue y Sudáfrica, es uno de los países con menor densidad de población del mundo y con una gran extensión de territorio, convirtiéndolo en un paraíso para aquellos que quieran disfrutar de un safari de forma íntima y muy cercana a la fauna y las comunidades locales. Sus alojamientos, pocos y muy exclusivos, son muy respetuosos con el entorno y están adaptados arquitectónicamente para minimizar su impacto.
Empezar mi aventura en Botsuana en uno de estos extraordinarios lodges, Eagle Island Lodge, A Belmond Safari, en el corazón del Delta del Okavango, ha sido un privilegio.
Descender de nuestra avioneta y encontrarnos con el saludo amable y sonriente de nuestro guía privado ya nos pone de buen humor. Se presenta a sí mismo y a su ayudante y nos asegura que vamos a pasar unos días únicos. Y tiene razón. Tras ocupar nuestra preciosa habitación, con vistas vírgenes de la sabana y darnos un chapuzón en nuestra piscina privada, nos espera un primer safari lleno de emociones.
Salimos en nuestro 4x4 equipado con todo lo necesario para disfrutar de la experiencia y el aroma de la sabana al atardecer nos envuelve. Todo huele a naturaleza en estado puro tras la temporada de lluvias que acaba de terminar.
De repente, la imagen de una preciosa leona asoma tras un árbol, junto a nosotros. Y luego otra, y luego sus cachorros, y los leones adolescentes, y más leonas. Hasta un total de nueve leonas.
Se despiertan y se preparan para salir a cazar en cuanto se pone el sol. Es una emoción que no se puede explicar con palabras.
Impresiona su movimiento preciso y majestuoso, cómo se colocan una detrás de otra, siguiendo los pasos de las más experimentadas. ¡Imaginamos que la noche va a ser muy movida!
Es nuestro primer día en Botsuana y hemos empezado con emociones fuertes.
Pero la mañana del día siguiente sería aún más emocionante. Durante el desayuno, a primera hora de la mañana, nuestro guía nos explica que han escuchado a varios leones cazando búfalos, deben estar cerca. Salimos a buscarlos y allí están, muy cerca, y se están empleando a fondo con la pieza recién conseguida.
Es una imagen impactante, que refleja el círculo de la vida salvaje en su estado más puro y verdadero.
El ritual de los hermanos leones, turnándose en la vigilancia, alimentándose y, cubriendo su pieza para disuadir a otros competidores, no tiene precio.
Es importante destacar la gran preparación de los guías y del equipo de personas que conocimos. Han sabido mostrarnos la riqueza de su tierra y contarnos historias maravillosas, mientras nos preparaban deliciosos cócteles al atardecer, frente a una piscina de agua natural repleta de hipopótamos.
Algo que me ha gustado especialmente de Botsuana es la gran variedad de paisajes y vida salvaje que hemos encontrado.
En Savute Elephant Lodge, A Belmond Safari, en el corazón de la región del Canal de Savute, la experiencia fue muy diferente y bella a la vez. Con una gran concentración de elefantes, pero también con un buen número de leopardos, aves de todo tipo, familias de leones, jirafas..., es un lugar de paisajes más áridos, pero también con pequeñas montañas rocosas. Rocas en las que los bosquimanos dejaron su huella, en forma de pinturas rupestres, relatando su paso hacia el sur, con dibujos de los animales que encontraban.
Es un lujo alojarse en un lugar donde suceden cosas increíbles a las puertas de tu habitación. Y en Savute Elephant Lodge, A Belmond Safari, esa experiencia se vive a diario.
Nuestra habitación, cuya terraza daba literalmente frente al pequeño río que rodea el lodge, fue el mirador ideal desde el que contemplar un entorno natural al que decenas de animales acuden a diario, mañana y tarde, para saciar su sed. Las oportunidades fotográficas allí son increíbles y a cada cual más bella.
Botsuana, donde absolutamente todo está conectado, naturaleza, fauna, flora y comunidades, es un lugar donde observar el ciclo de la vida es una experiencia emocionante y única.
Su situación estratégica permite además combinar este destino con países cercanos, como en nuestro caso, Zambia y las Cataratas Victoria.
En esta ocasión decidimos cruzar de Botsuana a Zambia por carretera, aunque es muy fácil conectar por aire Botsuana con Livingstone, ciudad desde la que desplazarse cómodamente a las cataratas Victoria. Movernos por carretera nos brindó la oportunidad de cruzar el espectacular puente de Kazungula, que une Botsuana con Zambia.
Este puente está situado en uno de los puntos geográficos más interesantes del planeta, sobre el río Zambeze, nacimiento de las cataratas, desde el que se divisan Zambia, Zimbabue, Botsuana y Namibia en un día despejado.
El viajero y explorador Dr. David Livingstone se topó con las cataratas Victoria en 1855 y su historia siempre me ha fascinado. Estar frente a ellas ha sido una gran experiencia.
Alojarse en las inmediaciones del Parque Nacional de las Cataratas Victoria es importante porque permite entrar y salir tantas veces como se desee y evitar las horas punta de visitantes.
The Royal Livingstone Hotel, elegantemente situado frente al majestuoso río Zambeze, un lugar asombroso donde cebras, jirafas y antílopes pasean alegremente por sus jardines, es uno de esos lugares.
El hotel evoca la elegancia de la época victoriana y su Traveller's Bar es un lugar ideal para tomar una buena cerveza local mientras se disfruta de las vistas sobre el río Zambeze.
El agradable paseo desde el hotel, a sólo 15 minutos a pie de la entrada al Parque Nacional de las Cataratas Victoria, ofrece algunos momentos originales, al pasar junto a jirafas y antílopes que se acercan a los jardines para disfrutar de las delicias de árboles y plantas.
Mucho antes de llegar al parque, ya se escucha el impresionante estruendo de las cascadas, cuya caída de hasta 107 metros de altura y su caudal de 1,1 millones de litros de agua por segundo, las convierten en una de las cortinas de agua más espectaculares del mundo.
La multitud de arcoíris que generan es una de las más bellas que he visto nunca. Eso sí, hay que estar preparado para salir de allí empapado, ¡imposible evitarlo!
El espectáculo merece la pena.
La visita de las cataratas puede espaciarse en varios momentos del día, e incluso sobrevolarlas en helicóptero.
Observar un fenómeno natural tan espectacular, desde tan cerca, te hace apreciar enormemente el extraordinario planeta en el que vivimos y la importancia de cuidarlo y respetarlo.
África es extraordinaria y estoy deseando volver.