Italia es conocida en todo el mundo por sus famosas ciudades como Florencia, Roma, Venecia o Sicilia. Sin embargo, más allá de estos icónicos destinos, existen otros lugares igualmente fascinantes que merecen ser descubiertos.
En este relato, te presento una región mágica y fotogénica situada en el corazón del Mediterráneo, abrazada por dos mares de aguas cristalinas y color turquesa, de historia milenaria y habitantes afables y trabajadores, que posee una gastronomía sencilla pero deliciosa.
¡Te invito a que me acompañes en este viaje y juntos exploremos los secretos que esconde esta hermosa región del sur de Italia! ¡Andiamo!
Nos alojamos en una clásica y preciosa masseria en la localidad de Nardò, cerca de la ciudad de Lecce. La finca es preciosa y consta de 15 suites abrigada por un manto de olivos. El trato es cercano y servicial, lleno de detalles que marcan las diferencias. ¡Estamos en el cielo! Probamos el primer Pasticciotto del viaje, un pastel relleno de crema. ¡Bocato de Cardinale!
Después de un delicioso desayuno con productos frescos de la masseria, partimos a explorar la Puglia. El tiempo nos respeta, las temidas precipitaciones anunciadas no hacen acto de presencia y podemos empezar la ruta.
Llegamos a Gallipoli, conocida como la perla del mar Jónico. La ciudad se encuentra dividida en dos zonas: el casco antiguo rodeado de fortificaciones romanas y bizantinas, se alza sobre una isla conectada por un puente con la llamada ciudad nueva la parte más reciente, más pensada para la vida nocturna. Cruzamos el puente y descubrimos un pueblecito de pescadores de estrechas callejuelas y una luz que invita a la calma y a la reflexión.
Seguimos por la carretera principal que nos lleva a nuestro siguiente destino, la ciudad de Lecce, llamada acertadamente la “Florencia del Sur”.
Pasear por sus calles es disfrutar de un museo al aire libre. Desde la basílica de Santa Croze, la piazza del Duomo, donde descubrimos la catedral de Maria de Santisima Assunta y el campanario. En un rincón, nos observa y nos saluda un mimo con gestos silenciosos.
¡Ha llegado el momento que todo viajero y amante de Italia y de la buena comida anhela! Conocer la gastronomía local. Nos encontramos en la región de la Foccacia Barisina, donde se elabora este pan plano y crujiente que hace que se me haga la boca agua. Además, aquí se encuentra la burrata, un queso aterciopelado primo de la mozzarella, que se derrite en la boca. Otro plato típico de la región es el orecchiette, una deliciosa pasta cuya forma recuerda a la de una “orejita”. Muy recomendable.
Empieza a chispear mientras llegamos a Ostuni. Un lugar mágico que nos deja boquiabiertos. En sus edificios de piedra blanca se reflejan los rayos de sol que proporcionan una visión casi mística. Quizás mi pueblo preferido de toda la Puglia.¿Cuántos llevo ya?
Y hablando de la Puglia y sus 800 Km de costa, no podía faltar en este menú gastronómico de la región el crudo di mare, marisco fresco y crudo.¡Todo una explosión de sabor!
Si existe un destino conocido en la Puglia y uno de sus símbolos más reconocidos, este sin duda es Alberobello. La suave lluvia que cae sobre Alberobello crea un ambiente mágico y acogedor. Las calles empedradas están casi vacías, permitiéndonos disfrutar de la belleza de los trulli sin distracciones. Esas viviendas de piedra caliza con forma de conos, que según cuenta la leyenda los granjeros derribaban sus propias casas cuando sabían que venía un inspector, para posteriormente, volverla a construir de una manera ágil y con un bajo coste.
Seguimos la ruta hasta Locorotondo, una pequeña población extraordinaria a pocos kilómetros de Alberobello. Sencillamente un cuento de hadas.
Hoy es el día que vamos a disfrutar de la costa Adriática en todo su esplendor, de norte a sur, recorremos los 200 km bordeando la costa, con el viento del mar soplando en nuestros cabellos. Polignano a Mare es la joya de la corona, un pueblecito pintoresco, de los más bellos de la costa Italiana.
Finalmente, llegamos a la Gruta de la Poesía, una impresionante piscina natural rodeada de acantilados altos y rocosos. Sumergimos nuestros pies en el agua cristalina y nos quedamos maravillados por la belleza del lugar. De obligada visita si eres aficionado a la fotografía y a las redes sociales.
Me encuentro sentado en una silla rústica y acogedora, bajo la sombra de un árbol, rodeado de olivos y la brisa fresca del mar. El sol brilla en el cielo azul y los pájaros cantan una melodía suave. Es un día perfecto para disfrutar de un brunch en la Masseria Corsano.
Delante de mí, en una mesa de madera, hay una selección de quesos frescos, panes recién horneados, mermeladas caseras frutas de temporada. Y un surtido de mariscos frescos de la costa Adriática. Apuro mi copa de vino, cierro los ojos y pienso con una media sonrisa.
Tutto a posto!