El oeste de África es todavía una zona poco conocida, y uno de los lugares que teníamos pendientes por explorar. El Congo es una joya escondida y aún al alcance de sólo unos pocos viajeros con alma de aventureros.
Brazzaville, una de las capitales africanas más seguras y con más encanto, nos dio una cálida bienvenida.
Desde el nuevo aeropuerto de la capital, salimos en vuelo privado de poco menos de 2 horas hacia Odzala, un remoto parque nacional, hogar de una extensa variedad de flora y fauna que forman un ecosistema realmente único. El vuelo es una experiencia en sí mismo, ya que podemos presenciar y sobrevolar la segunda mayor selva del mundo tras el Amazonas.
Dividimos nuestra estancia en dos zonas diferentes, con actividades únicas en cada una de ellas, y que se complementan a la perfección. En ambos lugares contamos con alojamiento de gran nivel, servicio cálido y atento y una exquisita gastronomía.
En primer lugar visitamos a los gorilas de tierras bajas. La experiencia es mágica, ya que el terreno es más sencillo de recorrer que el que requiere visitar a sus “parientes”, los gorilas de montaña, sin embargo la vegetación es incluso más espesa y encontrarlos y tener una buena perspectiva de ellos requiere de paciencia en ocasiones. Sin embargo, la recompensa supera con creces el esfuerzo.
Vimos a dos grupos de gorilas diferentes, en los árboles, en el suelo, jugando, alimentándose, mirándonos fijamente a los ojos... ¡Mágico!
Los gorilas son el gran atractivo, pero la flora, y la ingente variedad de insectos y reptiles es sobrecogedora.
Asimismo también visitamos un pequeño pueblo, donde los habitantes nos recibieron sin disfraces, artificios ni souvenirs, y con los que compartimos una agradable conversación, unas risas y hasta un mini partido de fútbol.
Continuamos la aventura para descubrir el mundo único de los “bais”, una especie de lagos que dan cobijo y alimento a búfalos, elefantes de bosque, así como antílopes que sólo se encuentran aquí.
Realizamos safaris a pie, a la antigua usanza, en silencio para no ser vistos y para poder acercarnos a estos animales, mientras las cotas de adrenalina se disparan. Presenciar cómo una manada de elefantes pasa a escasos metros, mientras nosotros, agazapados entre la espesa vegetación, somos testigos, es una experiencia absolutamente inolvidable. Caminamos entre las aguas, que en ocasiones nos sobrepasan la cintura, descubriendo un sinfín de detalles de la mano de nuestros apasionados guías.
Completamos la exploración con salidas en kayak y lancha en el curso del río, observando los increíbles paisajes que se reflejan en las tranquilas aguas. ¡Incluso nos atrevimos a sumergirnos en él!
De regreso a Brazzaville, conocimos y compartimos una tarde inolvidable con una de las comunidades más fascinantes del continente, los sapeur. Se trata de extravagantes y elegantísimos personajes que nos deleitaron con su peculiar estilo de vida.
Quizás no sea el destino ideal para una primera visita a África, pero se trata de un lugar mágico, especial y único para expertos viajeros que, definitivamente, no olvidarán su paso por este increíble país.