La cantidad de historia que se concentra en Washington, la capital de los Estados Unidos, bien merece una estancia superior a las habituales visitas relámpago de unas horas, que se hacen habitualmente desde Nueva York.
Durante nuestra visita a Washington coincidimos con el fin de semana del Memorial Day, cuando los Estados Unidos rinden homenaje a los héroes que protegieron la nación durante los diferentes conflictos bélicos en los que se han visto inmersos.
Pasear por el National Mall donde se encuentran estos Memorials, así como numerosos y excelentes museos (¡la gran mayoría de ellos gratuitos!) provoca toda una mezcla de emociones.
Ciudad impoluta y muy cuidada, Washington me gusta por la facilidad con la que se pasea por ella, por los cafés y restaurantes de Georgetown y U-Street, por tantos y tantos lugares de película con los que te encuentras mientras das una vuelta y por lo simpáticos y relajados que son sus habitantes.
Se nota que les gusta disfrutar de la vida, ya sea asistiendo a un partido de béisbol con la familia o la pareja, navegando por el río Potomac, disfrutando de los desfiles de miles y miles de Harley Davidson, cenando en un buen restaurante o durante uno de los muchos festivales de música que tienen lugar en la ciudad.
Me ha impresionado entrar en el Capitolio, los Archivos Nacionales, el Lincoln Memorial... Ver cómo los responsables de la seguridad alrededor de la Casa Blanca te permiten tomarte una foto relajadamente mientras protegen a todos los que estamos allí.
Washington es una ciudad bonita y entretenida, excelentemente comunicada con Barcelona y Madrid gracias al vuelo directo, ¡y en la que he disfrutado muchísimo!