El pintor francés Paul Gauguin se embarcó en 1891 hacia la Polinesia tratando de huir de la civilización europea y de todo lo artificial y convencional. Seducido por los paisajes, la naturaleza y las gentes de las islas, decidió pasar allí el resto de su vida.
Más de un siglo después, el conjunto de islas y atolones que forman la Polinesia Francesa continúa fascinando a viajeros que, en este remoto punto del planeta, dicen haber encontrado el paraíso.
Infinitas y desiertas playas de arena blanca y fina, hermosos parajes poblados de exuberante vegetación y vertiginosos picos rodeados de lagunas turquesas forman el inolvidable paisaje de Polinesia, un destino ideal para realizar actividades de submarinismo, paseos a caballo, en bicicleta o simplemente relajarse y olvidarse de todo admirando las aguas cristalinas de este paraíso perdido.