Madagascar es todavía uno de los grandes desconocidos del continente africano.
Una enorme isla en mitad del Océano Índico que amalgama un amplísimo espectro cultural.
Aterrizar en el pequeño aeropuerto de Diego Suarez es volver atrás en el tiempo. Allí me espera Heinrich, piloto vocacional, junto a su flamante helicóptero con el que sobrevolaremos la costa noreste del país. Desde el aire, podemos presenciar los espectaculares paisajes que forman la tierra y el mar, e incluso observar enormes tortugas y mantas rayas mientras una música épica a través de los auriculares nos da la bienvenida a Nosy Anko.
Parte del equipo de Miavana me recibe en el helipuerto dándome una calurosa bienvenida, antes de una breve visita para familiarizarme con esta mágica isla. La villa supera cualquier expectativa, así como su gastronomía.
En cuanto a las actividades, esta isla es un paraíso para los amantes de la naturaleza y la fauna: pude observar lemures, camaleones, lagartijas así como diferentes especies de insectos y aves.
El submarinismo es uno de los grandes alicientes, con una increíble vida submarina y todo el equipamiento de última generación, así como los mejores instructores, tanto para principiantes como para expertos.
Una visita a la isla, su pueblo, iglesia e icónico faro, es también imprescindible. Y, por supuesto, no dejar pasar la ocasión de disfrutar por un día de una isla desierta solo para nosotros. Tras visitar cualquier paraíso de Madagascar, siempre nos gusta regresar a Antanarivo para poder sentir el pulso de la capital del país en sus bulliciosos mercados repletos de exóticas frutas y especies o los nuevos restaurantes que fusionan Europa, África y Asia.
Madagascar es un país que sorprende y atrapa.