La Antártida es el séptimo continente de nuestro planeta, un lugar completamente desconocido por el hombre hasta principios del siglo XX.
Personalmente, la Antártida es el lugar más remoto en el que he estado jamás, un sitio de naturaleza extrema donde pude desconectar completamente y que me ayudó a reconectar del todo conmigo misma.
Mi viaje empezó en la Patagonia chilena, donde me alojé en el hotel Awasi Patagonia, lugar en el que me reuní con el fotógrafo de naturaleza Andoni Canela, que se encontraba en el Parque Nacional Torres del Paine en busca del esquivo puma, durante su viaje de vuelta al mundo que realizó con toda su familia.
Desde Awasi Patagonia, Andoni y yo viajamos en avión hasta Ushuaia, en Argentina, y nos hospedamos en el hotel Los Cauquenes mientras esperamos a embarcarnos de camino a la Antártida.
La aventura empezó en el momento en que pusimos un pie en el Plancius, uno de los navíos de Oceanwide Expeditions, una excelente compañía con una tripulación fantástica. Embarcarse sin duda es un reto en sí mismo, tanto a nivel físico como a nivel mental.
Para cruzar el canal de Beagle y el Pasaje de Drake hay que hacer un trayecto de 3 días en barco, un camino que en el peor de los casos puede ser muy movido, como fue el mío. El mejor remedio para el mareo es un parche de lo más eficaz, y la tranquilidad de saber que estás en buenas manos, en un barco que ofrece total seguridad incluso con fuerte oleaje.
En estos días de travesía tuve tiempo de reencontrarme conmigo misma además de conocer e interactuar con gente interesantísima, desde jóvenes aventureros hasta abuelos de 80 años, ejecutivos estresados y viajeros solitarios… Incluso tuve la suerte de hacer un buen amigo. Todos sentimos la llamada de la Antártida, un lugar que nos unió y nos ofreció una experiencia sin igual.
Al llegar a la Antártida, lo primero que me sorprendió fue la inmensidad de los maravillosos paisajes nevados, la fauna antártica y la naturaleza extrema en su máxima expresión. Y por supuesto, de noche, la infinidad del cielo estrellado.
Mi viaje por el continente austral no fue un viaje al uso, sino un programa de campo base, centrado completamente en las actividades. Nos levantábamos cada día a las 6h de la mañana para vivir todo tipo de aventuras: kayak entre los icebergs, excursiones en raquetas de nieve y avistamiento de fauna polar.
La primera noche incluso dormimos en una tienda de campaña, la primera que monté yo sola, ¡y en la nieve!
Además, durante el viaje pudimos ser testigos de cómo se desarrolla la vida alrededor de la base antártica Port Lockroy.
De noche, después de un día lleno de aventuras, volvía a la comodidad de mi cabina, a bordo del Plancius. Además, gracias al fantástico equipamiento de Oceanwide Expeditions, durante las salidas al exterior casi no me di cuenta del frío.
Mi experiencia en la Antártida fue más que un viaje: me embarqué en una expedición, y viví una aventura única y extraordinaria. Allí no hay estrés, no hay tensiones. El sentimiento omnipresente es el espíritu de supervivencia.
Andoni y no nos despedimos de nuestra aventura y volvimos de regreso a Ushuaia, pero sin olvidar todo lo que aprendimos durante esos días de aventura en el continente austral.
Creo que todos deberíamos viajar a la Antártida al menos una vez en la vida, para apreciar la fragilidad de nuestro increíble planeta, y es bueno saber que para los viajeros menos aventureros hay viajes más convencionales, ¡e incluso se puede cruzar el pasaje de Drake en avión!