La expresión que más se escucha en Costa Rica es “pura vida”, y por algo será. Los costarricenses disfrutan de la vida y de su entorno de una manera única, con gran respeto por la naturaleza, la flora y la fauna que les rodea. Este amor por su tierra es tangible, y se aprecia en su amabilidad, calidez y simpatía.
La verdad es que se trata de un país sorprendente; aunque su superficie es pequeña, ofrece una gran diversidad de paisajes y fauna. Bosques lluviosos, bosques nubosos, manglares, playas y volcanes que son el hogar de perezosos, tapires, monos, jaguares, pumas, tucanes, guacamayos y por donde pasan las ballenas y las tortugas marinas durante su migración, por nombrar algunos de sus habitantes.
En este entorno de naturaleza imponente se esconden pequeños eco-resorts sostenibles y respetuosos con el medio ambiente. Son lugares ideales para acercarse a la naturaleza de todas las formas posibles: por tierra, mar y aire, haciendo trekking, tirolinas o rafting, recorriendo los senderos de día y de noche para conocer todos los animales que se esconden detrás de cada hoja.
Después de unas cuantas horas de vuelo para llegar a Costa Rica, apetece descansar. Grano de Oro es un pequeño oasis donde reponer fuerzas antes de empezar el recorrido por este pequeño gran país.
Nuestra aventura empezó en el Parque Nacional de Tortuguero, un laberinto de canales que se adentran en la jungla hasta el mar Caribe. La única manera de llegar al colorido pueblo de Tortuguero es en bote. Durante el trayecto se puede apreciar la riqueza natural de esta zona húmeda y pantanosa: monos, perezosos, iguanas, caimanes, tucanes… ¡Hay que afinar la vista para detectarlos entre la maleza!
Una vez en la zona vale la pena subir al Cerro Tortuguero para admirar los canales desde las alturas, y en época de tortugas se puede observar el desove y la eclosión.
Después de este primer contacto con la naturaleza del país, viajamos hasta las orillas del río Pacuare para pasar unos días en Pacuare Lodge, un alojamiento 100% comprometido con el entorno, con mínimo impacto medioambiental y apoyo a las comunidades locales.
Sin electricidad, y con poca conexión a Internet, Pacuare Lodge es un lugar ideal para conectar con la naturaleza y disfrutar de actividades de aventura como rafting, rappel, excursiones y tirolinas.
Tras la desconexión de Pacuare nos dirigimos al noroeste del país, donde se encuentra el majestuoso volcán Arenal.
Esta zona ofrece una combinación perfecta entre aventura y relax: después de un día activo de trekking y tirolinas o actividades acuáticas en lago Arenal, nada mejor que relajarse en las aguas termales de tu jacuzzi en Arenal Nayara, mientras admiras las vistas del volcán Arenal.
Dejamos atrás el volcán y el lago Arenal para descubrir la costa del Pacífico y pasar unos días en la península de Nicoya, la zona más cool del país, ideal para disfrutar del surf y de la playa. Además, llegar hasta allí en 4x4 ya es toda una aventura, recorriendo pistas de tierra y cruzando ríos.
Después de este trayecto movidito fue un placer disfrutar de la tranquilidad de Latitude10 y de los cuidados de su amable personal.
Siguiendo la costa del Pacífico hacia el sur realizamos una breve parada para descubrir el Parque Nacional Manuel Antonio y admirar sus hermosas playas. Vale la pena madrugar para adentrarse en el parque y disfrutar de la tranquilidad antes de que lleguen los grupos.
Continuamos descendiendo hasta una de las zonas más salvajes de Costa Rica: el Parque Nacional Corcovado, una de las regiones con más biodiversidad del planeta, hogar de jaguares y pumas, ballenas y delfines.
Corcovado es un paraíso marítimo y terrestre que sin duda merece una visita.
Del sudoeste del país volamos en avioneta hasta San José, y durante el vuelo pudimos admirar hermosas vistas de Costa Rica desde las alturas.
Un viaje con tantas aventuras se merecía un momento de relax, y The Retreat Costa Rica fue el lugar ideal para ello gracias a su gastronomía, tratamientos, clases de yoga y tranquilidad del lugar. Situado en la ladera de una colina, este alojamiento ofrece unas hermosas vistas que se extienden hasta la costa del Pacífico en los días de sol, y al mismo tiempo se sumerge en la niebla cuando hay nubes, lo que le otorga un aire místico.
Nuestra última noche en Costa Rica fue en Finca Rosa Blanca, un lugar ideal para los amantes del café, de la arquitectura y del arte y artesanías locales. Allí disfrutamos de la tranquilidad de una finca cafetera a pocos minutos de la capital y pudimos admirar las vistas desde la habitación signature del hotel. Desde luego una buena despedida para nuestro viaje.
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