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Situada en la zona más septentrional de la península escandinava, la región de Laponia está dividida entre Finlandia, Noruega, Suecia y Rusia y limita por el norte con el océano Ártico. Sus paisajes nevados parecen salidos de postales navideñas y cuentos de elfos y hadas y un idílico manto blanco se hace protagonista durante seis largos meses.

Enamorada de Laponia

Mi primera toma de contacto con el círculo polar ártico empezó en Levi, una población de Finlandia con alrededor de seis mil habitantes en la que se encuentra la mayor estación de esquí de todo el país. Como curiosidad, se celebra allí la FIS Alpine Ski World Cup.

Esa misma tarde, apenas sin haber podido hacerme a la idea de lo que estaba por venir, pude vivir uno de los momentos más tiernos del viaje, ¡un encuentro con huskies! Al contrario de lo que pueda parecer, son animales muy cariñosos, y nada más verte llegar o, mejor dicho, percibir tu olor, dan comienzo a una ola ensordecedora de ladridos de excitación porque saben que van a hacer aquello más aman: ¡correr!

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El trineo de huskies es una de las actividades estrella y es que convertirse en musher ¡es una aventura ártica para toda la vida! Además, se crea una conexión con los animales desde el primer momento y, una vez han corrido a toda velocidad y se encuentran más tranquilos, puedes interactuar, jugar y hasta hacerte selfies con ellos 🙂

Enamorada de Laponia
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Mi alojamiento el primer día fue en un exclusivo chalé en Yullas, en el corazón de Laponia. Una propiedad con una amplia extensión de terreno a su alrededor, el lugar ideal para disfrutar de desconexión total y absoluta privacidad.

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Al caer la noche y tras un día de intensa actividad, pude disfrutar de una deliciosa cena de seis platos elaborada por un chef privado en la que degusté algunos de los principales platos de la gastronomía tradicional de Laponia.

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La carne de reno forma parte esencial de la dieta lapona. Se encuentra en todos los restaurantes e incluso en cadenas de comida rápida. La gastronomía local también incluye delicado salmón, trucha ártica, cangrejo rey, y frutos rojos silvestres, entre otros. Todos ellos auténticos manjares de los cuales uno parece no cansarse nunca.

La variedad de alojamientos en Laponia es amplia; desde exclusivos chalés privados con sauna y jacuzzi a modernos hoteles de diseño, pasando también por iglús con cúpula acristalada en los que, con suerte, ver las famosas auroras boreales o, simplemente, disfrutar de la noche ártica.

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Así mismo, es posible también disfrutar de un ambiente activo y aprés ski en el centro de la ciudad, encontrando multitud de comercios, restaurantes y algunos bares locales llenos de vida.

A la mañana siguiente me esperaba una emocionante ruta con raquetas de nieve. Una manera de disfrutar del paisaje a la vez que practicar deporte. Los momentos de silencio durante la ruta son abrumadores, y hasta es posible observar las huellas de criaturas salvajes. Dado que los osos hibernan durante los meses de invierno no tuve la suerte de ver ninguna de sus huellas.

Pero la aventura no acababa aquí… ¡por la tarde llegaba la verdadera adrenalina! Recorrer las llanuras blancas a bordo de una moto de nieve de última generación: marchas automáticas, puños calefactables. Equipada con traje térmico completo...3, 2, 1, ¡¡go!!

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Cuando llevas la ropa adecuada el frío ni se nota, solo lo sientes en la cara y puede resultar hasta agradable.

Hacia la llamada hora azul, justo antes de anochecer, los paisajes se tiñen de un color azul brillante y es ahí cuando llegó el momento más mágico de mi viaje: un encuentro enternecedor con Santa Claus.

“¿Has sido buena?” me preguntó con voz firme pero dulce. Transportándome a mi infancia porque, sin importar la edad que tengas, el niño que todos llevamos dentro despierta y vuelves a sentir la magia de la Navidad. ¿Y qué hay más navideño que hornear galletas de jengibre?

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A continuación, el viaje tomó rumbo hacia Inari por una carretera de las más bonitas de Laponia con más de 180 kilómetros de bosques silvestres en dirección norte. Es curioso que cuanto más al norte te diriges, mejor comprendes el significado de Laponia.

Tras este agradable y relajante trayecto, llegué a Inari, conocida por su homónimo lago y por ser hogar de una gran población de samis. La ciudad alberga el museo de la cultura sami y la naturaleza lapona.

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En una remota cabaña a orillas del lago Inari se encuentra una exquisita galería de arte finlandés que ha fusionado diseño y gastronomía, ofreciendo una experiencia gastronómica de lo más innovadora. Y es que el diseño es seña de identidad de Finlandia y una forma de expresión.

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También tuve la oportunidad de salir en busca de auroras boreales con nuestros amigos los renos. El paseo es tranquilo y misterioso, mientras te adentras en el bosque nevado mirando al cielo y cruzando los dedos para que aparezcan.

En mis últimas horas en territorio lapón, salí a dar un paseo matutino por las cercanías del chalé. El silencio es distinto al de cualquier otra parte del mundo, solo te acompaña el crujir de la nieve bajo tus botas. Desde ahí, contemplando el paisaje, me despedí de Laponia. Sintiéndome triste por marcharme, pero afortunada de haber vivido esta experiencia.

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Y así, de manera totalmente inesperada mi temor a temperaturas bajo cero y paisajes invernales se convirtió en puro flechazo.

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